Peor Experiencia Viajando
Última Actualización:
Abril, 2019
Mi peor experiencia viajando tiene como objetivo que conozcas y prevengas. De igual manera si te hayas en una situación similar, sabrás qué hacer. Así de sencillo será este post.
Algunas personas hemos tenido la dicha de viajar una infinidad de veces. Muchas personas no han podido viajar tanto como quisieran. Algunas personas han tenido muy buenas experiencias. Otras personas han tenido malas experiencias.
Sin pensar en lo más trágico o que atente contra la salud, yo viví uno de las peores experiencias que se pueden tener al viajar: fui preso en otro país.
Llegando a España
Como ya pudieron leer en la sección de quiénes somos, mi primer viaje de mochilero lo hice al graduarme de la universidad. No entraré en muchos detalles acerca de cómo fue antes de viajar, porque ya lo escribí en la publicación de quiénes somos. Así que vamos directo a mi peor experiencia.
Salí de Panamá y aterricé el viernes 8 de Febrero de 2008 a las 12:00 p.m. El punto de entrada fue el Aeropuerto Internacional de Barajas en Madrid, España. No pude pasar por migración porque me pidieron una carta de invitación oficial. Yo no tenía idea ni de qué era o ni que tenía que tenerla. Estaba bajo la impresión de que los panameños no necesitábamos nada para entrar. Inclusive si hubiese sabido que la necesitaba, no hubiese importado. Esto porque mi amigo con quien me hospedaría en Madrid era cubano no residente todavía. Él estaba en un programa de intercambio de su universidad de E.E.U.U.
De ahí me mandaron a la oficina de policía (el cuartito), sin mi pasaporte porque ellos se lo quedaron. La excusa es que ahí me harían una entrevista.
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Bienvenido al «cuartito»
El cuartito era un gran salón con mucha gente dentro y ahí permanecimos al menos unas 7-8 horas. Múltiples veces traté, al igual que otras personas, de preguntar qué estaba pasando. No nos decían absolutamente nada y no sabíamos cuándo nos iban a hacer la entrevista. En todas estas veces, nos dijeron que «nos sentáramos y nos calláramos». Después de muchas horas de espera, nos trasladaron a otra terminal del aeropuerto. Aquí creíamos que finalmente nos iban a hacer la entrevista. Qué ilusos fuimos…
Pssstt… ¿Sabían que tenemos un grupo en Facebook en donde compartimos información entre más de 2,000 viajeros? Es un grupo creado para mochileros de habla hispana (inclusive si no es su primera lengua, le damos la bienvenida a todos). La idea que podamos conversar, compartir, sugerir y crear una comunidad de mochileros/viajeros.
Tenemos dos derechos
Llegamos y nos hicieron firmar un formulario que decía que teníamos dos derechos:
- Contar con un abogado presente en la entrevista
- Si no teníamos un abogado, ellos nos proporcionarían uno
De ahí nos dividieron en 2 grupos. Metieron a cada grupo en un pequeño cuarto sin sillas y sin nada. En cada pequeño cuarto éramos por lo menos 30 personas. No nos dijeron nada, solo nos metieron y nos dijeron que no podíamos salir y que nos quedáramos ahí. Después llegó un oficial y nos pidió salir de 2 en 2. Yo fui uno de los primeros en salir y nos llevaron a otro cuarto. Aquí nos quitaron las pertenencias que llevábamos como equipaje de mano.
La burla del teléfono
Después de ahí, nos trasladaron a un salón muy grande, donde vi que había un teléfono. Solo aceptaba tarjetas de llamada, las cuales solo se podían comprar fuera del salón. La máquina estaba convenientemente localizada fuera de ese salón, además que solo aceptaba euros. A todo esto, llegó una «trabajadora social» con dinero que un par de personas que habían entrado al salón antes que yo. Le habían pedido que les cambiaran de su divisa a euros. Con esto ya pudieron comprar las tarjetas de llamada y usar el teléfono «público».
Solo fueron 4 personas las que entraron antes de mí y después de mí, entrarían por lo menos unas 40 personas. En este momento le pregunté a la «trabajadora social» si me podía dinero a mí también, por euros. Ella se negó rotundamente y me dijo que TAL VEZ mañana me lo podría cambiar, que eso se vería después. ¡Tremendo trabajo!
Pidiendo favores
Siguiendo mi peor experiencia, estuvimos varias horas esperando ahí. Después de rogarle mucho a las personas con tarjetas, me permitieron usar un minuto de su tarjeta. Con esto pude llamar a mi amigo cubano. Le di el número del teléfono «público» y le pedí que llamara a mi mamá en Panamá y le contara lo sucedido. Muchas personas usaban el teléfono para hacer y recibir llamadas. Por esto, después de un rato muy largo, finalmente mi mamá se pudo poner en contacto conmigo. Me preguntó que si había comido. En retrospectiva, no le debí haber dicho toda la verdad para que no se preocupase tanto, pero lo hice. Le dije que no nos habían dado ni agua, no teníamos dónde dormir y que estaba sentado en el piso. Mi mamá naturalmente se desconcertó mucho y comenzó a hacer las llamadas necesarias para sacarme de ahí.
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Nace la esperanza
Después de un rato, una abogada que mi mamá consiguió, se pudo poner en contacto conmigo. Me dijo que lo que pasaría es que ella necesitaba que las autoridades del aeropuerto la llamaran. Ella pediría que le concedieran un pase para poder estar presente en mi entrevista. Me dijo su nombre, número de identificación y nombre de su colegio de abogada, al cual las autoridades deberían llamar. Me dijo que hiciera esto lo más pronto posible. Apenas cerré el teléfono con ella, me acerqué a un oficial y le expliqué la situación. Esta oficial fue comprensiva y me dio un pedazo de papel para escribir la información. Con esto pude pasar la información para que llamaran a la abogada.
Muere la esperanza
El próximo día, a eso de las 8:00 a.m., pregunté si se habían puesto en contacto con mi abogada. Todos los oficiales presentes encontraron esta pregunta ofensiva y me dijeron que ellos no iban a llamar a nadie. Agregaron que eso no se hacía, que básicamente me sentara y me callara. Le traté de explicar la misma situación a todos los policías. Solo una de las policías me llegó a hacer una pizca de caso. Ella me dijo que le escribiera los datos. Por supuesto que yo no tenía ningún pedazo de papel porque nos quitaron todas las pertenencias. Creía que me iban a dar un pedazo de papel para escribir, como hicieron en la madrugada. No fue así, ella se negó a darme un pedazo de papel y me dijo que no tenía opción. ¡Siéntate y cállate! Nuevamente: mi peor experiencia.
Sigue el martirio
Nos movieron de cuarto y nos hicieron sentar en otro salón hasta que finalmente nos dieron algo de comida. Esto casi 1 día después de haber llegado. Obviamente fue un desayuno muy malo y pobre en cantidad. Pude conseguir un pedazo de papel con otra de las personas que estaban ahí. Con esto, escribí la información y se lo llevé a la oficial con quien había hablado anteriormente.
Ella me preguntó que dónde estaba el número de teléfono. Le dije que ellos son los que tenían que tenerlo, ya que mi abogada no me lo había dado. La abogada me dijo que ellos lo debían de tener en su base de datos. Me respondió que sin número no iban a hacer nada. Le pedí por favor, que así era el procedimiento que me había explicado mi abogada. Nuevamente se negó y me dijo que hasta que yo les consiguiera el número, no iban a hacer nada. Les solicité ir al salón donde pasé la madrugada porque ahí estaba el teléfono que mi mamá y abogada tenían. A este era el único número que me podrían estar llamando. Explicándoles que para conseguirles el número de la abogada, tendría que estar cerca del teléfono por si me llamaban.
A todo esto, cabe destacar que la «trabajadora social» jamás volvió, así que, nadie pudo cambiar más dinero. Por ende, no pudieron comprar tarjetas de llamada y no pudieron hacer llamadas.
Bipolaridad
La oficial se negó. Me dijo que ellos tendrían que saber que me habían movido de lugar y conseguir el nuevo número de teléfono. A lo cual les dije que eso era imposible. Ellos ni siquiera tenían idea de que me habían movido de cuarto. Y obvio que tampoco sabían que estaba en otro salón con un número de teléfono diferente. Me dijo que no le importaba y que me fuera a sentar. Por supuesto que no tomó la información de mi abogada. Nos hicieron esperar unas horas más. Luego, la misma oficial volvió y preguntó dónde estaba «el que quería contactar la abogada». Obviamente salté y le di la información de una vez, Dijo que «iba a ver si la llamaban.»
Corrección, no tengo derechos
Después de varias horas, nos comenzaron a llamar por nombres para llevarnos a otro lugar, supuestamente a hacernos las entrevistas. Una vez llegamos ahí, tuvimos que esperar más horas hasta que nos llamaran para la entrevista. Cuando al fin me hicieron la mía, no había ningún abogado presente. Les pregunté si habían llamado a mi abogada, a lo cual me respondieron que no.
Cabe destacar que a nadie más que entrevistaron antes de mí le habían tenido un abogado presente. Por ende, rompieron el derecho de todos y cada uno de los que estábamos ahí (nada raro).
Al ser de Panamá, tenemos varias guías que les pueden interesar:
– Ciudad de Panamá
– Cañón Macho de Monte
– Volcán Barú
– La Yeguada
– Boquete
– Boca Chica
– Otros destinos de Panamá
La entrevista
Me comenzaron a preguntar qué hacía ahí. Les expliqué que iba a estar de gira con mi mochila por toda Europa. Dije que me acababa de graduar de la universidad y que comenzaría en Madrid porque tenía un amigo viviendo ahí. Me preguntaron cuánto dinero tenía. Les dije que tenía USD 200 en efectivo y el resto en una dos tarjetas de crédito. En total las tarjetas sumaban unos USD 10,000 de límite.
El entrevistador me comenzó a llamar mentiroso y dijo que solo porque uno tuviese tarjetas, no significa que tenga dinero. De igual manera me dijo que con USD 200 no duraría ni una noche en Madrid y que «¿cómo se me ocurría decirle que me iba a quedar por 2 meses?» A esto le respondí que por eso mismo tenía mis tarjetas. Me dijo que me fuera a sentar y me continuó llamando mentiroso. Muy profesional de su parte.
Eso es… ¿libertad?
Después de un rato esperando y escuchando, me percaté que a las personas que estaban presentes las iban a deportar de vuelta el día Martes (4 días después de la llegada a Madrid) y que se iban a tener que quedar detenidos hasta ese día. En este momento, llegó la señora Elizabeth Kelso en representación de la Embajada de Panamá para sacarme de ahí. Desde este momento en el cual llegó la Sra. Kelso, las autoridades cambiaron de actitud en frente de ella totalmente, fueron receptivos y hasta ayudaron en el caso. Por supuesto que todo muy diferente cómo habían sido antes de que ella llegara. Con la Sra. Kelso pude salir, me devolvieron mis pertenencias y finalmente pude ser libre. Mi peor experiencia había llegado a su fin.
El resto del viaje
Terminé mochileando por 3.5 meses. Visité 21 ciudades en 9 países (22 y 10 países si cuento la escala en Bogotá). Esto fue todo lo que necesité para contagiarme del síndrome del mochilero. Espero que algo puedan sacar de mi peor experiencia para prevenir que esta sea su peor experiencia.
Galería de fotos
Aquí verás algunas de las primeras fotos que tomé luego de salir de la prisión del aeropuerto.
- Quedé impresionado con la arquitectura
- Me emborraché
- Comencé a planear el viaje
- Salimos a pasear (el de los lentes es el cubano a quien fui a visitar)
- Situaciones que dan risa
- Más alcohol para olvidar
Regalito
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Les recordamos que si necesitan algo de inspiración para ir a otros lugares, les podemos recomendar algunos destinos en Europa. De igual manera, pueden ingresar acá si quieren ver otros destinos en América.
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